Las restricciones que impuso EE.UU. a la firma china no tuvieron un fuerte impacto
“Genuinamente asustados” de Huawei. Ese fue el veredicto que Wilbur Ross, el secretario de Comercio de Estados Unidos, dio recientemente en una charla con diplomáticos. El gigante tecnológico chino es el mayor proveedor mundial de equipo para redes celulares móviles. A los funcionarios de EE.UU. les preocupa que podría utilizar esa posición para el espionaje o el sabotaje electrónico al servicio de Pekín.
Teniendo eso presente, en mayo el departamento de Ross incluyó a Huawei en la “lista de entidades”, Lo que limitaba a las firmas estadounidenses para tener tratos con ella. Muchos analistas preveían que los resultados serían onerosos. Huawei gasta más de US$10.000 millones al año en software, procesadores y cosas por el estilo de firmas estadounidenses. Pero hasta ahora esa efecto no se ha materializado.
Las ventas de celulares de Huawei, que ya no pueden contener las aplicaciones populares de Google, se han estancado fuera de China. Pero de conjunto la firma parece gozar de buena salud. El 16 de octubre informó que ha tenido ingresos por 611.000 millones de yuan (US$89.000 millones) en los primeros nueve meses de 2019, lo que implica un aumento del 24% respecto del anterior período. Dos cosas explican esa capacidad de resistencia. La primera es que la aplicación de las restricciones ha sido menos feroz de lo temido. El mismo día que Ross describía sus temores, su departamento difundió su primer grupo de licencias permitiendo a algunas compañías estadounidenses reanudar las ventas a Huawei. Entre las empresas autorizadas se incluye Microsoft cuyo sistema operativo Windows es usado en notebooks de Huawei.
La segunda es que la ley se ha demostrado más porosa de lo esperado. Cuando se incluyó a Huawei en la lista de entidades, hubo pánico corporativo. Abogado de firmas tecnológicas estadounidenses se pusieron a estudiar ramas oscuras del derecho de exportación. Un memo interno de Arm, una compañía de diseño de chips con sede en Inglaterra pero con gran presencia en Estados Unidos, creó la percepción de que había cesado por completo su entrega de licencias de diseños de chips cruciales a Huawei. Pero una vez que se acomodaron las cosas, muchas de las firmas tecnológicas concluyeron que la naturaleza internacional de sus cadenas de producción les permitiría seguir proveyendo a Huawei aún sin una licencia especial del tipo otorgado a Microsoft.
Nvidia, una compañía fabricante de chips con sede en Santa Clara, California, ofrece un ejemplo. La firma diseña unidades de procesamiento de gráficos. Estos chips se especializan en el tipo de matemática requerida para dibujar gráficos para los videojuegos modernos. Por casualidad también son aptos para el trabajo con inteligencia artificial.
Pero Nvidia no hace nada físicamente en Estados Unidos. En cambio envía sus diseños, que no están sujetos a controles de exportaciones, a la Taiwan Semiconductor Manufacturing, que se encarga del proceso costoso y de alta tecnología de fabricar el chip de silicio.
El día de la independencia
Mientras tanto, sin embargo, el principal efecto de las sanciones parece haber sido acelerar el avance de Huawei hacia la independencia tecnológica de los Estados Unidos.
El análisis de sus celulares por UBS, un banco, muestra que ahora contienen menos componentes estadounidenses (algunos parecen no contener ninguno). La firma ha dicho que se están haciendo esfuerzos similares en toda la compañía. Huawei aún no es inmune a una acción decidida de EE.UU. Pero es menos vulnerable que antes.
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