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Fue el clásico encuentro con periodistas de una de las tantas empresas que realizan pequeñas reuniones para despedir el año. ¿El objetivo? Hacer un balance y compartir las proyecciones para 2020. Pero “por el nuevo paquete de medidas, el CEO no pudo venir”, explicó uno de los gerentes de la compañía. Como tantos altos ejecutivos, entró en una vorágine que comenzó con la lectura de los artículos del proyecto que el Poder Ejecutivo envió al Congreso con el nombre de Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, en el marco de la emergencia pública”. Y en los días sucesivos, tuvo que estar atento a los cambios. Las empresas barajaban, después de las PASO, alguna posibilidad de cambios en materia normativa. Quizás, no tantos.
Modificaciones impositivas, a las contribuciones patronales, también moratorias, un tributo a las transacciones en el exterior (lo cual encarece los viajes corporativos), cambios en la retenciones y muchos puntos más son los incluidos en los 85 artículos. Tanta diversidad y complejidad de temas llevó a que, a pocos días de las fiestas de fin de año, internamente las empresas estén en un estado de brainstorming furioso para estudiar cómo harán para adecuarse a las normas.
Las llamadas big four, las firmas dedicadas a dar asesoramiento integral a empresas, los estudios contables y los estudios de abogados tienen trabajo y mucho. La asesoría por parte de expertos en la Argentina de hoy es un buen negocio.
No todas las compañías están, claro, en la misma situación. Hay una diferencia entre las pymes y las empresas grandes, y también entre las nacionales y las multinacionales. Estas últimas deben dar explicaciones a las casas matrices, muchas de ellas ubicadas en países (bastante) más estables, que miran a nuestro país sin entender demasiado qué sucede. Es un país donde pocas veces se cumple con el presupuesto proyectado por los ejecutivos. “Los argentinos estamos acostumbrados a estos vaivenes”, asegura Diego Bleger, socio de KPMG. “Lo difícil siempre es explicar la situación afuera, a la casa matriz, porque un presupuesto es el norte de la compañía”, agrega.
El economista jefe de PwC, José Segura, cuenta que “lo que se percibe en las nuevas normas es que hay cuestiones de carácter general y otras que son sectoriales. Una empresa agropecuaria, por ejemplo, tendrá que rehacer su presupuesto con otros números, lo mismo que una empresa de turismo, o una de servicios públicos”, afirma.
“Ahora todas están leyendo la norma, tratando de digerirla y de entenderla. Los profesionales expertos en distintas áreas están abocados a tareas fiscales e impositivas, sobre todo. Sin dudas tendrán una carga de trabajo adicional a fin de año y en el verano. Hay que tener en cuenta que luego llegarán reglamentaciones y disposiciones de la AFIP, lo cual traerá más cambios -dice Segura-. En este momento las compañías están en un procesos de entender y digerir lo que esta pasando. Todos están leyendo, interpretando y viendo el impacto de las medidas en el sector”.
Como dato positivo, Bleger hace referencia a la gimnasia que tienen las empresas para rehacer los presupuestos. No es la primera vez que deben encarar ese trabajo, al que también las obliga la diferencia que hubo en los últimos años entre la inflación proyectada y la real.
“Son 54 páginas para estudiar meticulosamente”, dice Jorge Gebhardt, director del departamento de Impuestos de Aguirre Saravia & Gebhardt Abogados. Predice que “los asesores no vamos a poder tomarnos vacaciones, porque este programa es tan extenso y tiene tantas ramificaciones, que veo difícil el descanso de verano. Lo mismo sucederá con la gente de administración y finanzas y de Recursos Humanos, además de los puestos directivos de las compañías que, si se van unos días, seguramente estarán pendientes de los cambios y, sobre la base de ellos, deberán tomar decisiones. Muchas compañías tendrán que analizar si les cierran los números”, sentencia. Hay una emergencia social, pero también corporativa, sobre todo en los sectores que más padecieron la recesión del último año y medio.
Alivio para pymes
Un punto a favor y que hará que los dueños de las pymes respiren algo aliviados en estas vacaciones es, según el tributarista César Litvin, socio y CEO de Lisicki Litvin, “la moratoria para pymes, que permite regularizar en condiciones muy ventajosas obligaciones vencidas al 30/11/2019. Las deudas previsionales se pueden pagar en 5 años y las impositivas en 10 años, con condonación de sanciones, incluidas las penales y una parte sustancial de intereses resarcitorios y punitorios”.
Apunta que eso “significa que las pymes se van sacando una mochila importante que les pesaba, y que era la deuda en mora que provocaba embargos y trababa el accionar de la empresa. Empiezan a pagar deudas que se van licuando con una tasa de interés del 3% mensual para el primer año, negativa para lo que es el mercado hoy”.
En este marco, según Gebhardt. “hay que prestar atención a los problemas que pueden presentarse por la salida y entrada de algunas empresas de y a la categoría pyme”.
Menos incentivos para contratar
A la hora de los salarios, castigados en los últimos años al tener subas menores a la inflación, el proyecto contempla un freno a la baja de las contribuciones patronales proyectada por el gobierno anterior. “Es un golpe para las empresas”, asegura Gebhardt.
Hay que tener en cuenta que la brecha entre lo que paga un empleador, con todos los costos del sistema, y lo que termina cobrando un empleado, es una de las razones para que haya un 35% de asalariados sin registrar (muchas veces, de común acuerdo, ya que el empleado prefiere percibir más dinero en el bolsillo), lo que lleva a un doble perjuicio. Son personas que trabajan pero que no cuentan con beneficios de la seguridad social , porque el empleador no puede pagar las elevadas cargas y se arriesga a juicios. Todo esto lleva a potenciales empleadores que prefieren no tomar gente, aunque quizás sí podrían hacerlo.
Por otro lado, la doble indemnización por despido recientemente establecida por decreto, trae sus consecuencias sobre el empleo. Por esta medida, “muchas empresas extranjeras prohíben tomar gente”, dice Bleger. Y, por otro lado, “aumenta la contratación de personal profesional tercerizado, como contadores o personal de sistemas”, agrega.
“Se viene un verano movido”, concluye Bleger. “Hay que usar la cabeza y pensar. Suma mucho la experiencia, porque esto ya lo vivimos. Hay que tomar las mejores decisiones y no equivocarse.Hay una delgada línea entre que te vaya bien y que te vaya mal”, advierte.
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