Diez de abril de 2006. Como todos los días, los periodistas de LA NACION y Clarín revisaron el Boletín Oficial en búsqueda de novedades en el gobierno de Néstor Kirchner. Era una herramienta fundamental: la gestión que había entrado a la Casa Rosada en 2003 prefería hacer las cosas sin comunicarlas antes, algo que convirtió al diario del Estado en un semillero de noticias.
Ese día había una información trascendental para la vida económica argentina. Kirchner, reacio a aplicar aumentos de servicios públicos, había firmado el decreto 385, que le daba a Gas Natural BAN una suba del 15% en las tarifas para todos los usuarios de la empresa, y no sólo para los industriales y comerciales, como había ocurrido antes. Más claro: cobrarían más por el gas que les vendían a los hogares. Como se dice en este trabajo, era una apertura de diario.
Quienes convivían en esta redacción en aquel momento recuerdan que la periodista de LA NACION se comunicó con Alfredo Scoccimarro, vocero del Ministro de Planificación Julio De Vido, para cumplir con el manual del oficio. Scoccimarro pidió un tiempo para contestarle y la sorprendió con la respuesta: el vocero desmentía el Boletín Oficial y negaba que fueran a aplicarse aumentos a los hogares. La sorpresa quedó reflejada en las páginas del diario: “El Gobierno acordó una suba del gas, pero luego la postergó”, se tituló la nota. Algo similar le ocurrió a su colega de Clarín.
Al día siguiente se hizo en el hotel Alvear la presentación de la CEARE, una cámara de empresarios argentinos de la energía, promovida por Julio De Vido y cuya cara visible era Marcelo Mindlin, dueño de Edenor. Varios periodistas asistieron a la cobertura.
Mindlin aprovechó para reunirse con dos de ellos y les dijo que la marcha atrás en la suba de tarifas del día anterior no se debía a una decisión de Kirchner o de De Vido, sino a que el hecho había sido publicado en la tapa de los diarios. Les pidió que en adelante tuvieran conciencia del poder que tenían cada vez que daban a conocer aumentos de tarifas.
Las notas publicadas el 11 de abril forman parte de lo que algunos bautizaron como el sainete de las subas de tarifas. El Gobierno consideraba que había que aumentarlas para reducir subsidios, pero no se atrevía a hacerlo por su aversión a la tapa del diario.
Eran tiempos de confusión en los que los les empresarios reprochaban a los periodistas por decisiones que tomaba la política. Palabras similares a las de Mindlin se les escucharon a petroleros cuando un aumento moderado de combustibles se daba a conocer a través del diario. En una de esas ocasiones, Esso aumentó los precios y debió bajarlos al día siguiente a pedido del Gobierno. El problema, otra vez, no era el aumento, sino que se supiera.
La presidenta de FECRA -representa a estaciones de servicio de varias provincias-, una de las mujeres más valientes que tuvo el sector en los años del kirchnerismo, se encontró con un periodista de El Cronista Comercial en el verano de 2007. “Usted es el demonio”, le dijo. El diario había escrito unos días antes que el gobierno de Kirchner autorizaría una suba del 2% en los combustibles, algo que podía hacer caer el aumento. Aunque desmesurada, la reacción de Sica debía ser comprendida en el contexto.
La errática política de precios en el kirchnerismo trajo otros males. Cayó la producción de gas, la de petróleo, se multiplicaron los cortes de luz y se cruzaron las mangueras de los surtidores por falta de combustibles para el expendio.
Ayer por la tarde, fuentes “incuestionables” de YPF les habían confirmado a varios periodistas que las naftas subirían 5% desde la medianoche. La noticia se difundió en varias páginas web, hasta que el Gobierno canceló el aumento, algo que fue confirmado hoy por el presidente Alberto Fernández cuando ingresaba a la Casa Rosada.
Un lector desprevenido podría pensar que Fernández no tuvo en cuenta un consejo público que le dio Cristina Kirchner el 10 de diciembre pasado. El día de la asunción, en la Plaza de Mayo, la vicepresidenta le dijo recomendó que se preocupara por “llegar a los corazones de los argentinos” y no “por las tapas de los diarios”. Pero hay casos de sobra para pensar que fue una especie de haz lo que yo digo, pero no lo que yo hice.
Los tiempos cambiaron. Ahora las plataformas digitales cobraron relevancia y compiten con las “letras de molde”, la referencia que usa Cristina Kirchner para referirse a los diarios. Y el freno al aumento ocurrió tras la difusión de una información en páginas web. Esta vez, no llegó al entuerto de un decreto en el Boletín Oficial.
Hay, sin embargo, otras coincidencias. La más evidente es el propio freno a la suba. La menos, tiene que ver con los nombres: la responsabilidad por el episodio de ayer se la atribuyó Alberto Fernández, uno de los nombres que había firmado, junto a Julio De Vido y Felisa Miceli, el frustrado decreto de 2006.
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