Los dos llegaban como líderes de la Zona B. Los dos venían de perder el invicto en la fecha pasada. Los dos pretendían quedarse con la victoria para cortarse en lo más alto y sacar una buena diferencia. Quilmes y Estudiantes de Caseros se jugaban muchísimo en el estadio Centenario, pero el local estuvo más fino frente al arco y se quedó con el premio mayor, el triunfo y la punta del campeonato.
Después de la caída contra Brown de Adrogué, el Cervecero tuvo la capacidad y el amor propio para levantarse rápidamente y dejar una buena imagen ante uno de los rivales más chivos de toda la categoría. Porque sacó adelante un encuentro electrizante y con mucha intensidad, fiel reflejo de lo que se estaban disputando.
Este Quilmes es cosa seria. Si bien no deslumbra ni se desespera por tener el control de la pelota, sabe que lastima mucho cada vez que tiene la pelota, que cuenta con jugadores con una jerarquía envidiable y con un equipo que se siente seguro y convencido de la propuesta que trajo Mario Sciacqua, el hombre que volvió al Sur después de varios años para despertar otra vez la ilusión de los hinchas.
Facundo Castro, que venía de romperla cada vez que entraba en los segundos tiempos, aprovechó la titularidad por la suspensión de Tomás Sandoval y fue clave: abrió el partido con una pirueta, pese a estar un pasito adelantado.
Y en el complemento, cuando el Pincha buscaba reaccionar, Agustín Bindella apareció en el área, se puso el traje de delantero y definió bárbaro para el 2-0. A brindar con el vaso bien arriba, cerveceros. Pura espuma.
