Qué tiene Boca para soñar

Ocho días atrás, en esta misma columna se sentenciaba tras el 0-0 en la Bombonera que Boca no había quedado mal parado para la revancha. Que se había demostrado a sí mismo, más allá de la falta de eficacia, que tenía con qué hacerle daño al Palmeiras (que no era un equipazo).

Y se remarcaba que los brasileños, en sus tres semis anteriores, no habían logrado ganar como locales. No era tan avasallantes. El domingo del Súper, Diego Macias advertía que el 0-2 se iba a ver muy diferente si el equipo se clasificaba a la final. Y así es: no hay hincha de Boca que no esté feliz e ilusionado con la Séptima.

El “falta un pasito” es tan cierto como complejo: una final continental es distinto a todo. Y Fluminense, que nunca ganó la Copa, es un rival de peligro pero sin favoritismo. Tiene calidad y es capaz de fabricar goles de la nada (sobre todo Cano), aunque hay que decir que de milagro se clasificó en Porto Alegre, gracias a que un mundialista como Enner Valencia se perdió dos goles increíbles estando 1-0; si afinaba, hoy el rival era el Inter de Coudet.

¿Y qué tiene este Boca para soñar? Que no haya ganado ninguno de los seis partidos desde octavos no significa que haya pasado todo de suerte. Tener a un arquero especialista es una virtud. Y colectivamente sobrevivió a desacoples de un DT, Almirón, que algún mérito debe tener. Barco no puede salir como el jueves, tampoco era para reemplazar a Merentiel y Rojo estaba para el cambio antes de la roja, jugaba al límite.

Sin embargo, el equipo tuvo carácter para pelear de visitante las definiciones en las últimas dos series, sacó a relucir su oficio copero, sin despesperarse. Lo que sufrió con Palmeiras suele pasarle a cualquiera, hasta a los grandes equipos: en la Libertadores hay que aprender a superar esos cimbronazos, muchas veces gracias a los arqueros, como pasó con Romero.

Con jugadores que hasta ahora fueron casi infalibles en los penales (efectividad del 93,3%). Con un 11 lógico (4-4-2) como vs. Palmeiras, sin un DT con barandazos, con individualidades de calidad, con la gente bancando. Boca tiene con qué dar un zarpazo impensado no hace mucho. Y la chapa histórica también juega.