Feliz, feliz en tu día. Y más que feliz debería estar Matías Kranevitter. A cinco meses de esa maldita fractura de tobillo con compromiso ligamentario que le amargó su reestreno no oficial (fue a los 5′ de un amistoso con Unión La Calera, en diciembre), y en el día de su cumpleaños, el Colo recibió el mejor regalo: volvió a jugar oficialmente con la camiseta de River después de ocho años.

Era previsible. Después de su primera convocatoria tras la lesión, que por el escenario fue tan especial como este momento -se dio en un superclásico que terminó con fiesta en el Monumental-, Kranevitter siguió en las listas de Demichelis esperando por su momento. En el medio, incluso, sumó minutos con la Reserva (jugó frente a Talleres y dijo haberse sentido muy bien). Este domingo, ante el Calamar, era el Día D. O el Día K. Fue su día, tanto personalmente -seguro que después del partido soplará las velitas con sus seres queridos- como futbolísticamente.
Una peculiaridad de su vuelta fue que el Colo, quien entró a la cancha a los 30 minutos del segundo tiempo en reemplazo de Palavecino, pensó que lo haría un rato antes: sintió un llamado desde el banco, se sacó la pechera y el estadio explotó. Ese estallido de emoción se convirtió rápidamente en un silencio de desilusión cuando Kranevitter volvió a cubrirse el torso. ¡Demichelis no había preparado el cambio! Eventualmente, el deté les dio el gusto a Krane y a todos los riverplatenses.

A casi ocho años de su último partido oficial
Pasaron 2.712 días desde la última vez que Matías Kranevitter se puso la camiseta de River en un partido oficial. Fue un 17 de diciembre del 2015, muy lejos del Monumental que este domingo lo abrazó con fuerza: en Japón, ante el Barcelona de Messi, el equipo de Gallardo perdió por 3-0 y Krane le puso un punto final a su primer ciclo en el club. A casi ocho años de esa “despedida dolorosa”, como la había etiquetado, una bienvenida recontra dulce.